Es muy curioso y complejo para mi hablar de Mazunte; un lugar que aunque puede parecer chiquito e insignificante, es a su vez único, vibrante, potente y en mi caso, sumamente confrontador.
Hace unos días me salió en Instagram uno de esos recordatorios que te sacan una foto de qué estabas haciendo en ese mismo día otro año. Para mi sorpresa, on this day 2019, estaba justamente en este mismo lugar, en las playas de Oaxaca. Wow lo que ha cambiado la vida en 5 años.
Esa primera vez, vine a un viaje con mis primos y nos hospedamos en Zipolite, pero como buenos turistas, vinimos a Mazunte a hacer una actividad must: ver el atardecer en Punta Cometa. No necesité ni 10 minutos caminando por Calle Rinconcito para que Mazunte me cautivara e imprimiera en mí el deseo de venir y pasar un tiempo aquí. 3 años después, en agosto del 2022, me cumplí ese deseo.
Ya me había armado yo una fantasía en mi cabeza de lo que Mazunte sería, y para mi gran sorpresa y "desilusión", fue cero lo que esperaba. Desde el día 1 haz de cuenta que me tronó la burbuja, me encueró, me puso un espejo gigante enfrente, y me prendió una luz blanca en la cara. Literal creo que no hay manera más cruda de verse a uno mismo.
La energía de Oaxaca me ha enseñado que no se anda con rodeos, y que entre muchas cosas que es, suave no es una de ellas. Lo puedes ver perfectamente en el mar; sus olas son potentes, y si te metes jugándole al chido, las consecuencias van a ser o una revolcada, o que literalmente te encuere, o un violento atragante de agua salada, o en ciertas ocasiones, LA MUERTE. Oaxaca no tiene espacio para tu bullshit, va a ponerlo en evidencia y se va a reír de él.
Mi experiencia en el 2022, aunque muy, muuuy retadora, fue también muy bonita, integradora, y la guardo en mi corazón con mucho amor. En ese crudo espejo pude ver mucho de mí, partes que no había visto antes y que no sabía como aceptar y acomodar. Hizo corto circuito en mi sentido de identidad.
En gran parte mi incomodidad con Mazunte es que nada más no me deja tener expectativas ni imponerle planes, es un lugar que no tiene, ni parece que le interese en lo más mínimo, tener estructura. Esto para mi es MUY difícil de no juzgar; mi necesidad de control y narrativa interna de cómo deben de ser las cosas entran en conflicto y la pasan bastante mal. Es un lugar en el que cada día se vive diferente, y de hecho me acuerdo que estaba escribiendo una carta que nada más no podía terminar porque cada día que me sentaba a escribir, ya había cambiado mi perspectiva del día anterior.
Y así, día con día, me fui rindiendo y empecé a aceptar y a aprender a fluir con la corriente de Mazunte. Desde este espacio, rápidamente se fue revelando mi alma hippie, y fue un proceso de conciliar e integrar esa dualidad que siempre he sentido muy disonante en mí: ser muy fresa y ser también MUY hippie.
Te lo cuento muy bonito, porque esa es la belleza de la nostalgia, le da demencia lo amargo y te deja solo con la dulzura. Vi hace unos días en Tiktok un análisis de los símbolos que tiene Intensamente 2, y justo comentaba que el personaje de la nostalgia sale con lentes rosas, porque así vemos las experiencias del pasado que fueron enriquecedoras. Con esa perspectiva, elegí ir a Mazunte como primera parada en Oaxaca, y en realidad, la única que estaba planeada.
Ya que llegué y me volví a topar con este espejo me vinieron todas esas realizaciones y emociones de regreso, con la fuerza de una ola mazunteña. ¿De verdad porqué siempre me meto en situaciones incómodas?, ¿quién me dijo?, esto fue lo primero que pensé. Pero luego recordé la intención de este viaje: re-conectar conmigo y con lo que realmente importa. Mi intuición me trajo aquí porque sabe que aquí es el lugar perfecto para hacer la chamba.
Ni modo, flojita y cooperando...
En este tipo de viajes que voy sola, todo el tiempo estoy en conversación con el Universo, constantemente estoy pidiendo y recibiendo guía, señales, sincronicidades, y creo que la más simbólica que he recibido, fue el otro día que fui a una clase de pilates.
La última vez que fui a una clase en un viaje, fue a Alo Yoga en Soho, NYC. Ese es el estandar al que estoy acostumbrada, así que naturalmente a la hora de encontrarme en un salón caluroso en Mazunte, haciendo ejercicios de nalga sobre un piso de foamy que parece que no han lavado nunca, y con mugresitas pegándoseme en las piernas, me quería morir.
Pero de nuevo... ¿quién me dijo que fuera a pilates en Mazunte?, yo solita.
Así que ahí estaba yo, viendo al vacío y tratando con todo mi ser de disociarme de la situación para sobrevivir la hora de incomodidad y simplemente hacer los ejercicios, que la neta estaban bastante buenos. En eso en mi mirada periférica algo se empieza a mover y me saca de mi trance: un cangrejo que, sigilosamente, atravesaba el salón por alado de la pared. Tú sabes que para mí absolutamente todo es simbólico, y justo al día siguiente iba a ser la luna nueva en cáncer, cuyo símbolo del cangrejo. Tomé la señal y pedí confirmación. Después de eso, me aparecieron como otros 5 cangrejos.
Según mis hallazgos en Chat GPT, el cangrejo es un animal de poder que representa la transformación y adaptabilidad, que se relaciona con la capacidad de enfrentar cambios. Vive en el agua, pero también puede vivir en la tierra, y esto habla de su capacidad para adaptarse a diferentes entornos. Es también un animal que cambia su caparazón varias veces a lo largo de su vida para poder seguir creciendo.
Yo estos procesos de mudar piel siempre los había asociado con las serpientes, pero el cangrejo en esta ocasión se me hace mucho más atinado, porque lo que Mazunte me hace sentir no es una descarapelada, sino literalmente un quiebre de caparazón.
Ya sentía desde Monterrey que me estaba sofocando. Este lado "fresa*, con sus creencias, narrativas, ambiciones y expectativas, no estaban dejando respirar a la hippie, que es la que me hace sentir libre, mágica, conectada, en flow.
Por eso necesitaba tanto este viaje.
Mazunte me muestra mi resistencia en las cosas más simples, y su manera favorita es rehusarse por completo a seguir mis planes. Literal parece que lo hace adrede: ¿Ya me visualicé yendo a un lugar que me encanta a desayunar y trabajar? Llego y está cerrado. ¿Justo terminé de trabajar y ya me puedo ir a la playa? Empieza a llover. Incluso esta carta ya la tenía empezada, y días después que abrí mi compu para terminarla, se me había borrado.
Todo, todo el tiempo, es borrón y cuenta nueva. No entiendo el comportamiento del pueblo, no puedo planear, no puedo interpretar, cada que busco no encuentro. Todo esto me hace sentir vulnerable y a la deriva, literal la peor pesadilla de mi ego.
Estuve día y medio en esta lucha interna, observando mi diálogo de queja y juicio constante, no queriendo soltar. Pero me siento feliz y orgullosa que me contuve en mi proceso con mucho amor y auto-compasión, permitiendo que florecieran todas estar resistencias, y luego soltando una por una, dejando que las olas de mazunte llegaran y deslavaran los restos de mi caparazón. Para el tercer día, me sentí ya en mi nueva piel, renací. Es impresionante cómo me lo veo físicamente; cómo me veo más ligera, más bonita, más luminosa, incluso más chiquita.
Me extrañaba así.
Así que aunque Mazunte sea un lugar muy incómodo para mi, quizá sea una incomodidad que seguiré eligiendo cuando sienta que mi lado fresa capitalista ya me atrapó en un caparazón sofocante. Tendré que regresar a la esencia de este pueblito playero, y aunque al principio me cueste, permitirme regresar en esa energía hippie en la que mi alma se libera.
Con este viaje recuerdo y confirmo porque a esa carta que escribí en el 2022 la titulé La hippie-fresa de Mazunte. Este lugar me recuerda que no soy una ni otra, soy las 2, y que la mejor manera de honrarme es dándole su espacio de respirar y expresarse a ambas. Espero no olvidarlo pronto, y si sí, ya sé a dónde puedo ir a recordarme.
Abrazo,
Jimena
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