top of page

Lo que te choca te checa

El mes pasado que me fui a Asia me llamaron arrogante.


Arrogancia. Una palabra tan simple y a la vez tan compleja, con tantas capas, con tanta apertura a interpretación, con cada quien adjudicándole un significado diferente dependiendo de lo que le evoca la persona en cuestión.


Una palabra que es al mismo tiempo puede ser una llamada de atención, un cuchillo filoso y una invitación a observarte.


Me llamaron arrogante y me caló, porque lo que yo pienso de mí misma es que aunque soy segura, celebro mis capacidades y no tengo miedo expresarme, soy también humilde. Lo tricky de la arrogancia es que es una etiqueta que no te puedes poner ni quitar tú. Puedes pensar lo que quieras de ti mismx, pero si alguien te percibe arrogante, para ellxs eres arrogante.


Se me hace muy interesante cómo ese suceso se quedó conmigo y me ha seguido acompañando un mes y medio después; dando luz para revelar, hacerme cuestionar y enseñarme muchas cosas.

Primero, que aún me pesa bastante cuando no le caigo 100% bien a alguien. Me puede mucho no ser percibida de la manera que me gustaría, y aunque yo sé que no puedo agradarle a todo el mundo, quisiera sí hacerlo. Pero sobre todo me dolió que alguien pensara que soy arrogante cuando yo estaba partiendo de un lugar de amor y servicio.


Desde que terminó la pandemia, las personas con las que más convivo y me rodeo, son muy similares a mí. Compartimos intereses, temas y maneras de expresarnos. Estoy acostumbrada a simplemente decir lo que salga y a ser entendida, abrazada y celebrada. Pero en Asia me tocó convivir con personas de contextos muy diferentes, y fue un baño de agua fría el darme cuenta que la manera en la que generalmente me expreso no estaba siendo recibida como yo quería, y que no es la intención la que importa sino el cómo la reciba la persona con la que te estoy tratando de comunicarme. El mensaje termina siendo lo que interpreta quien lo recibe.


Así que aunque yo se dentro de mi cuál es mi verdad, no puedo hacerme ciega ante la verdad de otros. Lo mejor que puedo hacer es emplear esa humildad que digo tener para abrirme a mejorar. Tomar la oportunidad de salirme de mi zona de confort para aprender a expresar mis mismas intenciones de manera diferente, de manera que realmente sean recibidas.


Aquí entra otro cuestionamiento… ¿En base a qué se interpretan los mensajes, y la arrogancia?


Pienso que muchas veces podemos catalogar como arrogante a alguien solo por ser muy segurx de si mismx, y la verdad eso no se me hace justo. Personalmente, el año pasado viví un proceso retador de atreverme a “own it”, de reconocerme y celebrarme como chingona y atreverme a encuerpar esa energía en mi vida sin pedir perdón ni pedir permiso, y ha sido de lo más bonito que he hecho por mí. Merezco sentirme chingona, merezco celebrarme, merezco tomar espacio y merezco brillar. Tú también lo mereces. Todos lo merecemos y entrar en esta energía es super expansivo y poderoso.


En la sociedad tenemos glorificada la modestia como una cualidad positiva, pero después de atreverme a abrazar mi poder y sentir un glow up GIGANTE tanto mental como energéticamente, me atrevo a decir que la modestia es sumamente peligrosa. ¿Porqué siempre que alguien nos elogia tenemos que minimizarnos a nosotros mismos o regresar el cumplido? Eso no le sirve a nadie y no nos sirve a nosotros mismos. En cambio, encuentro muchísimo valor, libertad y expansión en reconocerte y presentarte como el chingón o chingona que tú sabes que eres.


Pero sí es cierto que entre más he ido yo abrazando y mostrando mi poder, no con palabras ni comportamientos, simplemente con la manera de presentarme, he sido percibida como más arrogante y recibido comentarios como “¿porqué no dejas de opacar a tus amigas?”

Esto me lleva a mi siguiente cuestionamiento… ¿Tiene que ver con que soy mujer?


Veo a muchos hombres a mi alrededor que se manejan con el mismo sentido de seguridad que yo lo hago, pero mientras yo recibo la etiqueta de arrogante, ellos reciben la de líder, chingón, fuerte, determinado.


¡Cuántos cuestionamientos a partir de una simple etiqueta incómoda!


Lo más interesante es que en el último mes me he estado topando con mucha arrogancia, sobre todo de personas que quiero, respeto y admiro. Y me molesta. Me molesta su aire de superioridad y discurso absoluto, me dan ganas de llamarles la atención, de recordarles lo importante que es ser humilde y que entre más piensas saber, menos sabes, ¿pero es mi propia arrogancia la que quiere señalar a otros como arrogantes?


Todos somos espejos. Todos. Si veo y reconozco algo en otra persona, es únicamente porque lo conozco en mí también. Lo que te choca te checa. Por más que quisiera que no, por supuesto que tengo arrogancia en mi. Todos tenemos el potencial de ser arrogantes, narcisistas, egoístas, avaros, y la lista sigue. No se trata de negar nuestra capacidad de ser tantito mierdas, sino de reconocerla y elegir no serlo, de observar y aprender cuando se nos quiere salir.


Qué fácil sería limpiarme las manos y decir que no soy arrogante porque yo me siento humilde y luego ir a apuntar la arrogancia de alguien más. ¿Pero para qué? Siempre hay un para qué: ¿para enaltecer mi ego?


Tal vez lo que me molesta en alguien “arrogante” es la seguridad y autoridad con la que hablan, que a mí me cuesta permitirme a mí misma por más que me sienta segura de lo que estoy hablando. No sé, es la primera posibilidad que me viene a la mente. No sé realmente que sea, pero creo que es más sano y productivo averiguarlo que ir por la vida escudándome de ser etiquetada o etiquetando a otros.


Ya que hay tanto cuestionamiento y que no estoy segura porqué me inquieta y se me está presentando tanto la arrogancia, creo que hay una gran responsabilidad en no negar la mía. No reprimirla, no juzgarla, sí observarla y aprender lo que me tenga que enseñar.


Claramente algo quiere decirme, ya que sino no la tendría tan presente, así que el día de hoy le pregunto a la arrogancia: ¿qué quieres enseñarme?


Hago la pregunta desde un lugar de curiosidad y de neutralidad, de humildad. No porque quiera etiquetarme a mí misma como humilde (que obvio quiero), sino porque es solo desde la humildad que puedo realmente obtener el jugo de esta clara lección.


Arrogante, humilde, las dos. El potencial de ambos existen en mí.


Que bonito abrirme a la oportunidad de eso sin sentirme amenazada, sin perderme dentro de mi identidad y de las etiquetas que no está en mi poder ponerme o quitarme. Nada de esto cuestiona mi alma, nada de esto niega mi intención. Pero qué importante cuestionar mi identidad, sistema de creencias, necesidad de control de mi percepción y mi resistencia. De eso sí puedo crecer.


Espero que cada vez que algo me choque porque me cheque, pueda tomarlo como una invitación a observar y permitir que el hilo de cuestionamientos surjan. No se trata de las respuestas que obtenga, sino del journey a intentar obtenerlas, que será uno hacia adentro.


Me quedo con esta afirmación:

Elijo abrazar la posibilidad de crecer, aprender, reafirmar o re-configurar mi manera de ser y navegar por la vida. Elijo trascender las ganas de aleccionar y en cambio reconocer a todxs como maestros, al ser el espejo que me permite ver todo lo que me incomoda en mí. Cada vez menos perfecta, más humana, más feliz.


-Jimena

0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page