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El que peca y reza empata

Qué rudos han estado estos días.


Llenos de picos de emociones que preferiría no sentir y que me encuentro dando patadas de ahogado para evitar, pero inevitablemente surgen. Crecer está siendo un camino muy bonito y muy doloroso a la vez. Agradezco hacia donde va mi vida, y sin embargo, parte de mi ruega que no me muevan, que me dejen sentada hecha bolita en el lugar que me encuentro y siento cómodo y familiar, que ahora no, que le demos snooze al cambio y la transformación. 


Está a flor de piel lo que “no me deja avanzar”, puedo ver claramente cómo me meto el pie, y se ha convertido no solo en mi punto de enfoque, también en una misión erradicarlo. Lo llamo “lo que estoy haciendo mal”, consciente de que lo puedo llamar “lo que podría hacer mejor” y se sentiría más expansivo, pero transformar el diálogo interno está siendo más difícil que en otros momentos. Es frustrante a veces ser tan consciente de mi misma que no me puedo esconder, no me puedo no ver. Ultimamente me veo muy humana, batallando en acomodar las cosas internas, hablándome con palabras que me aprisionan en lugar de liberarme.

“Tengo que hacer esto, tengo que dejar de hacer esto otro, tengo que dejar de decir tengo que, ¿porqué aunque ya se que tengo que dejar de decir tengo que no puedo dejar de decir tengo que?”

Mi lupa ha estado puesta en lo que estoy “fallando”, en las promesas que no me cumplo al 100, las cosas que no hago como había planeado hacer. 


Me gusta ser consciente, me gusta no estar ignorante ante mi misma y lo que pasa en mi complejo mundo interno, pero qué cansado. Qué cansado enfocarme solo en mis áreas de oportunidad y no en mis áreas que brillan. Qué cansado castigarme y quitarme valor cuando me decepciono y no sumarme satisfacción cuando cumplo conmigo misma, que es mucho más seguido que lo otro. El otro día estaba platicando con una amiga y contándole lo que estoy pasando y me dijo… Jimena, wey, estás siendo muy dura contigo misma. 


Parte de mi responde en automático… Y si no soy dura yo conmigo misma, ¿entonces cómo arreglo lo que está “desarreglado” dentro de mi? Otra parte escucha mi respuesta con compasión, así como escucha todos los “tengo que” que no he podido dejar de decir. 


Hay veces que es difícil discernir entre ego y guía interna. El ego se hace cada vez más inteligente y, entre más crece la luz, más crece la oscuridad también. Es principio de dualidad, y es nuestra naturaleza. ¿Porqué negamos nuestra naturaleza? ¿Porqué nos aferramos a la luz y le volteamos la cara a la sombra en lugar de abrazarla en la comprensión de que ahí seguirá, que es parte nuestra, que eso también es divino?


Esta semana conviví con 3 amigas. Las 3 son maestras de yoga, las 3 son seres de luz. Nos juntamos a cantar mantras (cantarle a Dios), pero antes pasamos como una hora echando CHISME. Sí, 4 maestras de yoga chismeaaaaando con morbo. Lo que sí, sin juicio ni comentario despectivo hacia nadie, porque eso si viene desde un lugar mierda y no es el punto. Pero que rico a veces chismear, y que rico hacerlo con personas que hemos catalogado que“no deberían de hacerlo”. Fue tan liberador, tan humano y taaan integrado. Las 4 ya llegamos a un punto del camino en que entendemos que no todo es luz, y que la sombra también soy yo, y que reconocer y abrazar eso, es lo más espiritual que podemos hacer. Negar la sombra es ego. 


Últimamente traigo de moda una frase que escuché hace unos meses y me encantó: El que peca y reza empata, y esa noche fue el ejemplo perfecto de eso. Un ratito de chisme y desfogue y humanidad, un ratito de luz, sororidad y devoción. Terminé sintiéndome lo más en paz que me había sentido en días porque saqué todo, lo bueno y lo malo. 


Así que te lo digo a ti, y sobre todo me lo digo a mi, para dejarme de atormentar: Lo “bueno” y lo “malo” son parte de ti, y tener bueno y malo no te hace ni bueno ni malo, te hace humano, te hace parte de la dualidad natural del Universo. Hay que irnos un paso atrás, salirnos de nuestro caos interno para vernos de fuera y agarrar perspectiva. Un pecado no niega todo el rezo, que es lo que me he estado reprochando a mi misma. La realidad es que rezo muchísimo más de lo que peco, entonces no voy ni empatando, voy con muchos puntos a favor. 


No quiere decir que ignore mis áreas de oportunidad y que si sé que hay algo que puedo mejorar, busque mejorarlo. Pero con gracia en el camino, con paciencia y con comprensión de que aunque quite eso, algo nuevo saldrá, porque la “oscuridad” siempre será parte de mi mientras siga encarnada en un cuerpo humano en este planeta tierra. Solo queda rezar más de lo que peco y festejármelo con más fuerza, para que cuando peque y me regañe, siga habiendo más puntos a favor, y pueda ver eso de manera objetiva. Dejar de ahogarme en el vaso de agua, salirme del vaso, y elegir verlo medio lleno en lugar de medio vacío. 


Te mando un abrazo fuerte y si andas medio en las mismas, fuerzaaaa, this too shall pass.

-Jimena

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