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¿Cómo paso del miedo a la certeza?

Suelo hablar de espiritualidad, de unión con el todo, de plenitud interna, de fe, de confianza en el Universo. Probablemente sea esa una de las razones por la que hoy estés aquí, apunto de leer esta carta.


Predico sobre nuestro poder creador, sobre manifestación, sobre el lenguaje de las vibraciones y cómo conforme la nuestra va elevando o disminuyendo su frecuencia, vamos trazando nuestro camino y nos hacemos correspondientes con diferentes experiencias. Suelo hablar sobre confiar, sobre fluir, sobre soltar, sobre cómo cuando rendimos el control y abrimos el espacio, el Universo lo llena con lo mejor para cada unx de nosotrxs.


Si he creado un camino de no solo vivir, sino también compartir espiritualidad, es porque he comprobado una y otra vez que es el camino que lleva a la verdad.


Hay una frase de Eckhart Tolle que es de mis favoritas y dice así… y la escribiré en inglés porque creo que suena más bella y hace más sentido:

“We often think that we are the dancers and life is the dance, but actually, life is the dancer and we are the dance”.


La vida se trata de dejar que el Universo dance a través de nosotros y que nos muestre la historia que nos corresponde. Y creo firmemente, con cada fibra de mi ser, que sí hay un plan perfecto para mí y confío plenamente en que todo sucede en el tiempo y forma que es ideal para este plan.


¿Pero que pasa cuando aún sabiendo todo esto, no se siente así? ¿Qué pasa cuando la humanidad entra y el ruido aumenta y mi mente me empieza a contar historias desde el miedo que me es muy difícil no creerme? ¿Qué pasa cuando no puedo seguir mi propia filosofía de “flojita y cooperando”, cuando por más que intente fluir y permitir y aprender y soltar y brindar luz a mis sombras, no lo logro?


Es un reto mantener la fe ciega de manera constante. Por más que yo SEPA, dentro de mi, de manera muy real, sepa que todo va a estar bien y que todo se va a acomodar, la fe tiembla cuando la vida me da puñetazos inesperados. Golpes de ayyy weyyyy, perateee vida que pasooo. También tiembla cuando estoy frustrada, cuando siento que no entiendo nada, y no entiendo qué es lo que no entiendo, pero no entiendo. Y no se si debiera de entender, quiero suponer que si ya fuera mi momento de entender entonces entendería, pero no entiendo. No entender me frustra, me hace sentir expectadora de mi propia vida.


Los últimos meses he sentido mucho de esto, y es dificil de explicar, pero es como si estuviera en el medio de una fiesta con un antifaz tapándome los ojos. Medio tengo noción de qué está pasando y medio soy parte de, pero siento que están sucediendo muchas cosas en en muchos niveles que no logro percibir. Siento que todo se está moviendo muy rápido, y que las páginas del libro están cambiando antes de que termine de leerlas y de procesarlas, y de la nada ya estoy en otro capítulo, y no se ni de qué se trató el pasado.


Se que no tengo que entender, solo navegarlo, solo dejarme ser la danza del Universo, danzando a través de mí. Porque todo lo que dije en el primer párrafo es verdad, sí creo firmemente en que todo se acomoda y es perfecto y es parte de, pero hay parte de mi que está aterrada, que no quiere soltar el control, que quiere ser ella quien baila el baile de la vida y no al revés. Hay parte de mi que vuelve a caer en el condicionamiento, que se compara, que siente que está corriendo contra el reloj, que es impaciente y como no puede apresurar la vida entonces se siente vulnerable, y esa vulnerabilidad la hace resistir y sentir enojo y resentimiento.


¿Cómo lidio con esto? ¿Cómo regreso a mi centro, a mi fe?

  1. Primero resisto la resistencia, no quiero sentir incomodidad, no quiero verla para que no sea real. Me da miedo permitirme un dialogo “negativo” porque no lo quiero alimentar y darle fuerza, no quiero que baje mi vibración, no quiero que desencadene otras cosas “negativas”.

  2. Reconozco que este diálogo es ego espiritual, que soy humana y estoy hecha para sentirlo todo, para tener la experiencia completa. Las emociones y los pensamientos son solo interferencia, mientras el saber se mantenga sólido (y si lo hace), lo demás es pasajero, es naturaleza humana, debo tenerme compasión.

  3. Me empiezo a permitir sentir enojo, frustración, a renegar, a mentar madres. Me libero pero también regreso al 1, y luego al 2, y luego al 3, y de nuevo al 1 y así varias veces.

  4. Me canso de mi misma, de tanto pensar, me recuerdo que la cura es el momento presente. Mi respiración, en este momento. Mi atención plena, en este momento. Si estoy realmente aquí, el ruido se calla, el miedo disminuye, puedo reconocer que todo está aquí, que todo cabe en el momento presente. ¿Pero qué hago cuando me cuesta mucho estar en el presente?

  5. Gounding: Ultimamente estoy necesitando mucha tierra, y es una ayuda inmensa para regresar a mi cuerpo, regresar a mi respiración, regresar a la plenitud que tanto deseo sentir. Pero hay veces que ni el grounding me cura de tanta humanidad atormentándome, y en ese caso el último paso es…

  6. Rendirme: Cuando me cuesta confiar, cuando no puedo ver claro, cuando no entiendo, cuando me canso de estar forcejeando para soltarme de una camisa de fuerza de la que no me puedo soltar, lo único que queda es rendirme. Me rindo. Me fucking rindo. Aquí estoy. Rendida. Tu ganas, vida. Yo también quiero bailarte, pero si en este momento solo se trata de que tu me bailes a mí, me rindo. Me dejo llevar y tarareo.


Rendirme me regresa a la confianza, me regresa a la fe. Me quita la idea de que tengo algo que perder porque ya lo entregué todo. Ya solo es cuestión de estar, respirar, ser paciente, estar presente.


Dos cosas que he aprendido sobre el presente:

  • Hace unos meses me tatué en mi muñeca derecha un recordatorio para estar en el momento presente. Como a la semana de habérmelo hecho, me llegó un download de información sobre lo que significa el tatuaje, más allá de ser un recordatorio:"Es un compromiso, es un compromiso al momento presente, a estar ahí y verlo de frente, traiga lo que traiga”.

  • Después estuve en una meditación con ángeles y, al conectar con el Arcángel Gabriel, me dio un pergamino que decía:”Amor incondicional, esa es la cura. Amor incondicional al momento presente. Te guste o no te guste, sea bueno o no sea bueno. Amor incondicional a lo que venga, a todas las situaciones. Esa es la forma de vivir.”


Así que aunque a veces batalle para ver la vida desde los lentes espirituales y simplemente me quiera hacer bolita, llorar y renegar, está bien. Me permito ser humana, me permito sentir y permito a mi mente pensar. Pero elijo quedarme con el SABER, con la confianza de que todo es perfecto y con el compromiso a vivir lo que sea que tenga que vivir en este momento con amor incondicional.


Te mando un abrazo,

Jimena

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